Durante las recién terminadas vacaciones de Año Nuevo chino estuve viajando durante 6 días por la provincia de Hunan, lugar de procedencia de Mao Zedong. Mi primera parada fue la ciudad de Changsha, capital de Hunan, en la que no me detuve demasiado tiempo, ya que era una ciudad de paso. Mi ruta se centró más en pequeñas aldeas tradicionales, de las que hablaré próximamente.
A día de hoy, Changsha es una ciudad no demasiado bonita, o al menos por lo que yo pude ver. Pese a ser Año Nuevo, la polución era bastante notable. La arquitectura urbana tampoco es demasiado agraciada, como si se hubiese quedado estancada hace cuarenta años. Pero sin embargo, uno de mis consejos para viajar a China sería no dejar de visitar Hunan.
Changsha es una ciudad que no mantiene demasiado patrimonio cultural, entre otras cosas, debido a la Segunda Guerra Sino-japonesa, que se dio en 1938, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial. En ese momento, la ciudad, que había sido sitiada por los japoneses, fue prendida fuego por el ejército chino de Guomindang. El incendio duró cinco días y como consecuencia se perdió patrimonio datado de miles de años. Junto a Estalingrado, Hiroshima y Nagasaki, Changsha fue una de las ciudades más dañadas durante la Segunda Guerra mundial.
Sin embargo, Changsha todavía mantiene algunas reliquias de su pasado. Entre ellas se encuentra el pabellón Tianxin (天心阁, literalmente, pabellón del corazón del cielo), localizado en un parque en el centro de la ciudad. El pabellón Tianxin posee más de 400 años de historia y está situado en lo alto de una muralla construida hace más de 2.200 años y es considerada una de las joyas antiguas de la provincia de Hunan. El pabellón Tianxin no se salvó de ser afectado por el incendio de 1938, pero fue restaurado por el Gobierno chino en 1983.
El edificio está bastante bien cuidado y si hay poca gente, es un lugar muy relajando. Las barandillas de piedra que rodean el pabellón cuentan con figuras de leones, carros, caballos y dragones, entre otras figuras, que reflejan la importancia de la ciudad de Changsha durante el periodo Chu-Han (periodo entre la dinastía Qing y la Han durante los años 206-202 aC). La utilidad del pabellón era la de ofrecer sacrificios a los dioses.
Al atardecer el pabellón muestra su mejor cara con el sol haciendo radiar los tonos dorados y marrones de sus tejados. La muralla sobre la que está situado es bastante ancha y se puede caminar por ella. Todavía mantiene algunos cañones de tiempos pasados, cuando la muralla protegía toda la ciudad de Changsha. Es bastante curioso el contraste entre la muralla de aspecto medieval y los gigantes edificios que actualmente rodean la zona.
Justo antes de la entrada al pabellón hay una tetería con una terraza muy bonita de madera donde se puede disfrutar de una tetera mientras se descansa un poco. Yo me detuve a hacer un alto en el viaje y ver el atardecer mientras tomaba una tetera de té pu-erh. Un buen final para todo un día viajando.
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La verdad es que contrasta mucho ese pabellón con la monstruosidad de rascacielos que tiene enfrente
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Es muy curioso, en China se ve mucho este contraste de un edificio tradicional en medio de una zona de rascacielos.