Pocos días después de pasar una semana descubriendo Malasia, se me ocurre terminar unas pequeñas reflexiones que empecé a escribir ya en el aeropuerto de Kuala Lumpur, poco antes de tomar mi vuelo de regreso a China.
Malasia es un país donde la mezcla de culturas es un hecho que puedes ver, oír, tocar, oler y degustar. Malayos, chinos, indios y los nativos malasios -conocidos como “príncipes de la tierra”- viven juntos, pero separados. Entendiéndose, pero con rozaduras cuando entra en juego política y religión.
En la ciudad colonial de Malaca pude caminar por una calle en la que, separadas por escasos metros, se encontraban un templo budista, una mezquita y un templo hindú. Una situación al parecer excepcional y única que no se da en el resto del país, donde las mezquitas mandan y si un templo a otro culto molesta, se le “invita” a alejarse un poco.
A priori, Malasia no parece un país de monumentos titánicos, pero esconde verdaderas joyas. El ‘clan hall’ Khoo Kongsi o el templo budista de Cheng Hoon Teng, el más antiguo de Malasia, son lugares llenos de historia en los que podrías consumir días descubriendo cada detalle de sus fachadas e interiores.
A todo esto hay que sumar mezquitas, templos hindúes y todos los restos coloniales británicos, holandeses e incluso portugueses, que convierten las calles de Malasia en un continuo recorrido por su pasado.
Viajar solo, conocer gente
Cuando decidí viajar a Malasia solo, mucha gente me preguntaba si es que no tenía a nadie para viajar conmigo, pero los motivos eran diferentes.

Después de haber vuelto, puedo confirmar que si hubiese hecho este viaje con amigos, seguramente no hubiese aprendido ni una cuarta parte de lo que he descubierto.
Malasia es un país para mezclarse con la cultura local y absorber todo lo que puedas de ella. Para conocer a gente y dejarte conocer por ellos. Los transportes dentro de las ciudades son complicados, así que nada mejor que viajar de paquete en la moto de alguien local.
Este viaje no hubiese sido igual sin la gran ayuda de los tres hosts de Couchsurfing -Ron, Nazri y Enrico- que no sólo hospedaron en sus casas a un servidor, un absoluto desconocido, sino que me trataron como si fuese parte de su universo y me enseñaron su trocito personal de Malasia.
En los próximos días desgranaré poco a poco mis visitas a Penang, Kuala Kangsar, Malaca y, brevemente, Kuala Lumpur, bautizada por unos amigos como Cloaca Lumpur. Nombre que suscribo casi totalmente.
Nunca dejéis de conocer mundo.
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HOLA JAVI CUÉNTANOS MAS.
Hola Luis,
Me alegra verte de nuevo por aquí. En breve empezaré a publicar el resto de relatos sobre el viaje. Creo que escribiré unos 3-4 posts en total. Uno por ciudad más uno extra sobre la comida, que fue uno de los puntos clave. Nos vemos por aquí 🙂
Un saludo,
Javier
¡Valiente! Yo tengo que aprender a hacer cosas sola. Me ha gustado el relato ligero, espero los próximos. 😉
La verdad es que es toda una experiencia que recomiendo al 100%. Cuando hay problemas y estás solo es todo un reto. Aprendes a tomarte las cosas con más calma y pensar. Estuve un día entero por Georgetown sin saber dónde iba a dormir hasta las 7 de la tarde.
En breve empezaré con el resto de relatos. Esto ha sido un aperitivo.
Interesante, como siempre, saludos!!!
Muchas gracias, Nandus. Me alegro de que te haya gustado el post. Nos vemos por el blog 🙂
Esperando leer la historia detras del termino “Cloaca Lumpur”.
Saludos!
Jaja, la historia no es mía, pero sólo hay que caminar un poco por la ciudad para darse cuenta.
Me encantan tus post Gato Chino, son geniales. Además sabes captar nuestra atención. Malasia, un país tan enigmatico como atrapante. Éxitos!
Muchas gracias por escribir, Andee. Me congratula saber que hay gente detrás de mi pantalla leyendo el blog y disfrutando con él.
Malasia es una joya de país, creo que bastante poco valorado. Tiene muchísimo que ofrecer a nivel cultural. En los próximos días empezaré a publicar posts sobre el viaje 🙂