Hoy volvemos de nuevo a viajar por la provincia de Sichuan, hogar del oso panda. Pero esta vez visitamos Leshan, una ciudad situada cerca del monte Emei, zona clave para entender el budismo en China, ya que allí se construyó el primer templo budista del país en el siglo I. Leshan es una ciudad rural relativamente pequeña y sin demasiado encanto en su área urbana. Pero en sus alrededores se esconde la joya por la que tantos turistas viajan hasta allí: el Gran Buda de Leshan.
Al llegar a Leshan eres inmediatamente asaltado por decenas de taxistas piratas que quieren llevarte a las inmediaciones del Gran Buda. Cuando por fin consigues hacer algún trato con ellos y estás de camino, las vistas desde el coche no son nada alentadoras. Una ciudad pequeña de callejuelas poco cuidadas. En definitiva, una ciudad cualquiera en medio del abrumador gigante asiático. Pero el panorama da un giro completo cuando sales del área urbana. Los alrededores de Leshan están plagados de vasta vegetación selvática, pequeñas colinas y ríos que fluyen con gran ferocidad.
El Gran Buda de Leshan está situado dentro de un recinto cerrado, por lo que tienes que pagar una entrada para llegar a él. De todos modos, la entrada no sólo te da acceso al Buda sino que te permite visitar las inmediaciones, un parque natural en el que puedes disfrutar de templos, cuevas con estatuas talladas en las paredes y mucha, mucha vegetación.
Cuando por fin llegas la zona del Gran Buda, encuentras cientos de chinos agolpados alrededor de su cabeza, ya que accedes por la parte superior de la colina en la que está tallado. Desde arriba las vistas son increíbles, el Gran Buda de Leshan se erige majestuoso sentado sobre la colina observando la bravura de los ríos Minjiang y Dadu que confluyen ante él.
En un lateral de la colina hay una empinada y tortuosa escalera tallada sobre la piedra que te permite descender y ver el Buda desde abajo. El descenso es un poco accidentado y muchos turistas se quedan parados a mitad bloqueando el paso. Una vez abajo, uno se siente minúsculo ante la colosal estatua de 71 metros de alto, dato que la convierte en el Buda tallado más alto del mundo. Entre el ruido de la corriente del río y rodeado de montañas uno se pregunta, ¿cómo pudieron construir algo así en el siglo 8?
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